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La tormenta o lluvia de ideas es una sencilla técnica que permite aprovechar la espontaneidad, la motivación y la creatividad de los asistentes a una sesión de trabajo en grupo, recogiendo sus primeras ideas sobre el tema objeto de análisis.

Objetivos

  • Es una estrategia en la que no media debate o discusión grupal durante su desarrollo, sino que la persona facilitadora invita a los participantes a que hagan sus primeras aportaciones sobre el tema que se va a abordar en la sesión. Sus ideas, todas válidas, las irá reflejando en una pizarra o papelógrafo, anotándolas a la vista de todos los asistentes.
  • Al finalizar la ‘lluvia’ es recomendable hacer una recapitulación y, en ese momento, en función de cuáles sean los pasos siguientes que vaya a dar el grupo, organizar temáticamente las ideas vertidas, testando de paso cuáles tienen mayor aceptación. De esta forma estaremos poniendo la base para poder aprovecharlas mejor y profundizar en ellas en otros momentos.
  • Una tormenta de ideas se utiliza generalmente al inicio de un debate, para empezar a trabajar, dando salida a las primeras aportaciones que motivan nuestra asistencia a una reunión.

La tormenta de ideas es útil cuando queremos favorecer la creatividad porque, aunque en un inicio nos pueda parecer que surgen pocas ideas/aportaciones, lo más habitual en esta técnica es que, paulatinamente, las intervenciones iniciales animen a otras. El efecto llamada en esta técnica es indudable.

Procedimiento

Para llevarla a cabo hay unas reglas sencillas, pero fundamentales:

  1. Suspender el juicio. Eliminar toda crítica. Cuando brotan las ideas no se permite ningún comentario crítico. Se anotan todas las ideas. La evaluación se reserva para después. Se tiene que posponer el juicio adverso de las ideas.
  2. Pensar libremente. Es muy importante la libertad de emisión. Las ideas locas están bien. Las ideas imposibles o inimaginables están bien. De hecho, en cada sesión tendría que haber alguna idea suficientemente disparatada que provocara risa a todo el grupo. Hace falta recordar que las ideas prácticas a menudo nacen de otras impracticables o imposibles. Permitiéndote pensar fuera de los límites de lo habitual, de lo normal, pueden surgir soluciones nuevas y geniales. Algunas ideas salvajes se transforman en prácticas. Cuanto más enérgica sea la idea, mejores pueden ser los resultados; es más fácil perfeccionar una idea que emitir una nueva.
  3. La cantidad es importante. Hace falta concentrarse en generar un gran número de ideas que posteriormente se puedan revisar. Cuanto mayor sea el número de ideas, más fácil es escoger entre ellas. Hay dos razones para desear una gran cantidad de ideas. Primero, parece que las ideas obvias, habituales, gastadas, impracticables vienen primero a la mente, de forma que es probable que las primeras 20 o 25 ideas no sean frescas ni creativas. Segundo, cuanto más larga sea la lista, más habrá que escoger, adaptar o combinar. En algunas sesiones, se fija el objetivo de conseguir un número determinado de ideas, del orden de 50 o 100, antes de acabar la reunión.
  4. El efecto multiplicador. Se busca la combinación de ideas y sus mejoras. Además de contribuir con las propias ideas, los participantes pueden sugerir mejoras de las ideas de los demás o conseguir una idea mejor a partir de otras dos. ¿Qué tiene de bueno la idea que han dicho? ¿Qué se puede hacer para mejorarla o para hacerla menos salvaje? Utiliza las ideas de los demás como estímulo para tu mejora o variación. A veces, cambiar sólo un aspecto de una solución impracticable la puede convertir en una gran solución.

 

Número de participantes

No hay un número determinado de participantes, pueden ser grupos pequeños o grandes.

Una tormenta de ideas podemos hacerla en unos treinta o cuarenta minutos aproximadamente, pero dependiendo del número de personas y de la complejidad del tema a tratar.

Para la tormenta de ideas necesitamos un papelógrafo o pizarra en la que recoger las aportaciones/ideas.