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Mesa redonda

Si bien el término de mesa redonda se acuñó a partir de la legendaria mesa redonda del rey Arturo, donde se reunían los caballeros, la mesa redonda como proceso colaborativo es algo más reciente, que surgió en la década de 1980 “debido a la necesidad de generar consenso para identificar problemas y buscar soluciones en la relación entre la clase dirigente (como gobiernos y poderes judiciales) y otros sectores de la sociedad (como grupos ambientalistas, grupos comunitarios y otros grupos de interés)” [1]. No obstante, los orígenes legendarios de la mesa redonda siguen siendo relevantes, ya que la forma redonda de la mesa significaba que nadie se sentaba a la cabeza, y todos se sentaban al mismo nivel [2].

Objetivos

Las mesas redondas son discusiones en grupos pequeños en las que todos tienen el mismo derecho a participar. Es un recurso que puede abarcar varios formatos: en general, es una forma de debate de tipo académico, ya que se utiliza como técnica para la participación comunitaria y pública, pero puede ser utilizado también por organizaciones y empresas privadas.

El propósito general de una mesa redonda es establecer un debate cerrado, con el fin de explorar un tema específico. Por lo tanto, el objetivo es confrontar problemas en lugar de personas [1].

Las mesas redondas pueden plantearse como reuniones puntuales, series de reuniones, como herramientas dentro de procesos participativos más amplios o incluso como ciclos de reuniones permanentes.

Por ejemplo, la Mesa Redonda Urbano-Rural de la ciudad de San Francisco tenía una serie de objetivos específicos y por eso todos los participantes recibieron una lista de cuatro objetivos en los que enfocarse. El fin general de este ciclo de mesas redondas fue producir un conjunto final de recomendaciones, que finalmente se utilizaron como base para la primera política alimentaria de San Francisco.

En otro caso, la Mesa Redonda de la Cuenca del Río Coquitlam, en Columbia Británica, se estableció como una planificación permanente, tras haber sido elegida como estructura adecuada a través de un proceso de planificación participativa. Esta se integra como parte de un proceso continuo, que prevé una reunión cada dos años.

Otro ejemplo mesas redondas se ve en Coffee Cup Revolution, una iniciativa canadiense para reducir el desperdicio. En este caso, se utilizan para discutir iniciativas individuales con las partes interesadas y la comunidad local.

 

Consejos

Generalmente, suelen participar en una mesa redonda grupos de 10-12 personas [1]. No obstante, en el caso en que haya más participantes, será necesario dividirlos en grupos más pequeños.

Los datos demográficos de los participantes variarán según el propósito y la necesidad del organizador. Las mesas redondas a menudo involucran a partes y organizaciones interesadas, invitadas por el organizador [2].

Dada la variedad de contextos en los que se utilizan las mesas redondas, los participantes pueden ser individuos de interés, organizaciones municipales, empresarios, empleados y empleadores, asociaciones profesionales y otros [1]. No suelen estar abiertas al público, aunque existan excepciones en las que pueda participar algún miembro del público.

El tema de la mesa redonda es generalmente planteado con antelación. Su selección puede ser complicada, ya que debe ser un asunto claramente definido, que a la vez permita la oportunidad de una discusión abierta y natural, ya que si no es así, la conversación puede agotarse durante la reunión. Algunas pautas sugieren elaborar una agenda de antemano [1], dividir el tema en áreas reducidas para una discusión más estructurada [5] o enfocarse en metas específicas.

Las mesas redondas suelen necesitar a un moderador o presidente para la discusión, pero esta persona no debe liderar ni dirigir la misma. El papel del facilitador implica asegurarse de que todas las personas participantes estén incluidas de la misma manera en la discusión y mantener cierta organización a lo largo de la reunión, recordando al grupo el tiempo o dirigiendo suavemente la conversación si se desvía demasiado [5]. De todas maneras, esto dependerá de los objetivos de cada mesa redonda.

El tiempo asignado para una mesa redonda también puede afectar cómo evoluciona la discusión. Dado un tiempo limitado, los participantes pueden optar por trabajar hacia un objetivo o resultado específico, o en su lugar dedicar la discusión a reflexiones más amplias sin el ímpetu de lograr un resultado [4]. Sin embargo, esto también dependerá del ámbito del tema y del objetivo de los organizadores. Es esencial que el moderador se ocupe de controlar el tiempo, para evitar la frustración de los participantes si la discusión se interrumpe, especialmente si se trata de una reunión de tipo puntual.

Procedimiento

La influencia de una mesa redonda también variará según su aplicación. Por ejemplo, la Mesa Redonda de la Cuenca del Río Coatquitlam, aunque no esté formalmente facultada para tomar y hacer cumplir decisiones, busca influir directamente en la clase dirigente a través de sus recomendaciones. En particular, este formato de mesa redonda disfruta de una mayor legitimidad, dado que fue cuidadosamente seleccionado y considerado adecuado para formar parte de un proceso participativo más amplio y está integrado en las estructuras que rigen el área de la cuenca del río Coatquitlam.

La Mesa Redonda Urbano-Rural de San Francisco también tuvo una influencia considerable, con sus recomendaciones respaldadas positivamente por el alcalde, quien luego las convirtió en normas. Otro efecto fue el establecimiento de un evento similar en la ciudad de Los Ángeles.

Sin embargo, se debe enfatizar que, dado que el objetivo y el alcance de las mesas redondas varían, no siempre se busca o logra un resultado general. Las académicas pueden no apuntar hacia un resultado específico, aunque no es raro que se apunte a algún tipo de publicación de investigación que surja de la discusión. Otras, como las que se llevaron a cabo como parte del Jurado de Ciudadanos de Edmonton, se plantearon como foros para que los ciudadanos compartieran sus opiniones y comentarios, que se incorporaron a las recomendaciones finales del Jurado.

Ya que la ejecución y el propósito de las mesas redondas varían tanto, es difícil encontrar unas conclusiones generales. Con esto en mente, se pueden destacar:

  • Las mesas redondas tienen la ventaja de seguir, por lo general, un proceso relativamente estricto, que puede hacer que la discusión sea más efectiva. También son relativamente económicas de ejecutar [2].
  • Una desventaja es que el bajo número de participantes y el hecho de que éstos suelan ser invitados hace que la mesa redonda sea vulnerable a las críticas de los que no están presentes: ¿por qué los que están fuera de la sala deberían aceptar los resultados de una discusión en la que no pudieron participar? Esta crítica también se puede dirigir a cualquier otro proceso deliberativo de selección aleatoria [6], pero es más aguda en el caso de formatos como mesas redondas y grupos focales, donde es más probable que los participantes sean invitados por el organizador o se autoseleccionen.
  • Las mesas redondas también serán de más compleja ejecución cuando el tema sea particularmente polémico y/o surja una atmósfera conflictiva, aunque la presencia de un buen moderador puede ayudar a mitigar esto [3].

Número de participantes

Generalmente, grupos de 10-12 personas por mesa redonda.

 

Notas

[1] Cocoate (2011) How to plan, organize, perform, evaluate and document roundtables. Cocoate.com. Available at: https://cocoate.com/files/places2b/guide.pdf

[2] Lupack, A. (n.d.) The Round Table. University of Rochester. Available at: http://d.lib.rochester.edu/camelot/theme/round-table

[3] Renn, O. (2015) Stakeholder and Public Involvement in Risk Governance. International Journal of Disaster Risk Science. 6(1), pp. 8-20. DOI: https://doi.org/10.1007/s13753-015-0037-6

[4] Felt, U. & Fochler, M. (2010) Machineries for making publics: Inscribing and describing publics in public engagement. Department of Social Studies of Science, University of Vienna. Available at: https://www.jstor.org/stable/41821524?seq=1#metadata_info_tab_contents

[5] Kolar, C. (2016) Useful Roundtable Discussion Guidelines. The Membership Management Report. 12(7), p. 7. DOI: 10.1002/mmr.30434

[6] Parry, L.J. (2016) When is a democratic innovation not a democratic innovation? The populist challenge in Australia. The Policy Space [blog]. Available at: https://ncdd.org/22917

 

Metodología extraída de Participedia.

Photo by Jason Goodman on Unsplash